jueves, 22 de julio de 2010

Coherencia

se esté o no de acuerdo con su tendencia política esta Mujer me parece la coherencia personificada

DISCURSO
DEBATE ESTADO NACIÓN


Rosa Diez

Abordamos este debate sobre el estado de la Nación
española en un momento muy delicado para España porque
a la crisis económica, social y financiera -cuya profundidad
es producto de la incapacidad de su Gobierno para
enfrentarse a los problemas en tiempo y forma-, se
superpone una profunda crisis política que constituye un
peligroso hecho diferencial respecto de los países de
nuestro entorno.

Usted, Presidente, es el responsable de que durante los dos
primeros años de esta legislatura no hayamos emprendido
ninguna de las reformas estructurales que nuestro país
necesita, desde la reforma del sistema financiero, hasta la
reforma del mercado de trabajo pasando por la educación y
la formación de nuestros jóvenes y de nuestros
profesionales. Durante más de dos años, mientras miles de
españoles perdían cada día su empleo usted seguía
despilfarrando los escasos recursos en medidas populistas y
regresivas.

Pero lo peor de su gestión es que usted es responsable de
la crisis política que sufre España. Usted ha tirado por la
borda todo el esfuerzo de vertebración y consenso que
supuso la Transición. Y lo ha hecho premeditadamente;
porque usted decidió protagonizar una segunda transición
pactando un nuevo modelo territorial del Estado con los
partidos políticos que no creen en el Estado español ya que
defienden que cada CCAA es una nación y por tanto un
Estado. Desde aquella promesa que hizo a Maragall en el
2003, hasta su reunión con Artur Mas para salvar un
proyecto de Estatut moribundo, pasando por el impulso a
los llamados estatutos de segunda generación, todo su
comportamiento político ha estado presidido por la
irresponsabilidad y el afan de ruptura. Y lo más grave es
que usted adoptó esa estrategia para negar a sus mayores
(adanismo se llama eso) y para garantizarse las mayorías
que le permitan gobernar sin tener ni un solo pacto de
estado.

Y, acercándonos a la actualidad, hay que ver el espectáculo
que ustedes están protagonizando estos últimos días: el
representante ordinario del Gobierno de España (que es del
mismo partido que el del Gobierno de la Nación) convoca
una manifestación contra el fallo del T. Constitucional,
varios de sus Ministros muestran su comprensión olvidando
que su principal obligación es hacer que se cumplan las
leyes y afear la conducta a quien estimule el
incumplimiento y el desacato y usted mismo promete a
Montilla una relectura comprensiva. Y no me diga algo tan
obvio como que la gente tiene derecho a manifestarse,
porque no estamo hablando de eso. Hablamos de lo que
ustedes están haciendo porque es tan grave que no tiene
precedente en ningún país democrático del mundo.
¿Se imagina usted a Obama avalando al Gobernador de un
Estado que llama al desacato de las sentencia del Supremo
de los EEUU? ¿Se imagina usted a la canciller Merkel
mostrando su complicidad con los convocantes de una
manifestación por la independencia de uno de los landers
de Alemania? Pues eso es lo que usted y su partido están
haciendo en España. ¿Animaría usted a las empresas
españolas a invertir en un país cuyo gobierno promueve el
desacato a las leyes constitucionales? ¿Es usted consciente
de la inseguridad jurídica que su actitud provoca?
Ciertamente, es usted el Presidente que menos ha hecho
por el crédito de España…

Aunque usted lo desprecie, la unidad de la nación española
es el instrumento imprescindible para garantizar la igualdad
de todos los españoles ante la ley. No le estoy hablando de
sentimientos sino de instrumentos políticos para garantizar
los derechos fundamentales que proclama nuestra
Constitución del 78. Porque una buena parte de los males
que aquejan a nuestro país son consecuencia de un proceso
de fragmentación del Estado que ha dejado en manos de las
CCAA la mayor parte del gasto público y unas competencias
esenciales, lo que ha dado lugar a un gasto creciente e
insostenible que pone en riesgo el mantenimiento de los
servicios públicos fundamentales.

La descentralización de más del 55% del gasto público sin
ningún tipo de control sobre su eficiencia y su eficacia ha
sido un generador de desigualdad que empeora la crisis
económica y perjudica gravemente a los ciudadanos y al
conjunto de la sociedad, particularmente a los que más
necesitan de la protección del Estado. No hay solución a la
crisis económica y de modelo productivo si no se reorganiza
el marco competencial de las diferentes Administraciones
Públicas y se aborda la reforma del modelo de Estado.

Lo que está en quiebra en España es la política. Usted ha
puesto tanto empeño en dividirnos, en destacar lo que nos
diferencia a los vascos de los catalanes y a estos de los
madrileños, y a estos de los andaluces…, que si su
estrategia tuviera éxito liquidaría la comunidad política
española. Usted ha puesto tanto énfasis en las
particularidades que ha anulado del discurso político lo que
nos une, la idea de España, la ciudadanía, la igualdad.
Sólo quiero recordarle que cuando Ibarretxe pretendió algo
semejante a lo que su Gobierno propugna para Cataluña
("Somos una nación, nosotros decidimos") en esta misma
Cámara se le dijo que una parte del pueblo español no
puede decidir sobre la unidad territorial y política de la
nación constitucional de la que forman parte, que es la
única nación democrática. Ahora son ustedes mismos, los
socialistas, los que encabezan la manifestación para romper
el orden constitucional, pues eso es lo que usted le ha
prometido a Montilla: analizar juntos el fallo del TC "por si
hubiera que tomar alguna iniciativa para reforzar lo que es
el esfuerzo de desarrollo del Estatut que hemos hecho". O
sea: burlar la sentencia. Como decía un leonés que sabía
de democracia y Derecho, Gumersindo de Azcárate: "La ley
debe ser ciegamente respetada y libremente discutida".
Usted, Presidente, debiera saber que sin ley constitucional
no hay democracia.

Usted, Sr. Presidente, ha liderado el fracaso de toda una
forma de concebir la política; usted ha destruido lo que
supuso el espíritu de la Transición, como si un país pudiera
construirse en mitades contra mitades, en bloques
identitarios, liquidando la ciudadanía y volviendo a la tribu.

Y todo esto, ¿por qué y para qué? ¿Ha conseguido su
política mayores cuotas de igualdad, justicia, educación,
cohesión, competitividad… para los ciudadanos o para el
país? No, todo lo contrario. Por eso insisto en que es la
hora de emprender las reformas necesarias para construir
la España del siglo XXI; una España en la que se imponga
la defensa del interés general; en la que se ponga fin a las
ineficiencias y a las duplicidades; en la que el Gobierno del
Estado recupere la fuerza suficiente para garantizar los
servicios esenciales y la igualdad de todos los españoles.

Mario Onaindía publicó el 31 de enero de 2001 un artículo
que tituló provocativamente "La Constitución es sagrada".
Sostenía Mario que había que interpretar el término
sagrado en su sentido antiguo y laico, el mismo que
aplicaba aquel gobernante romano que defendía que las
leyes reguladoras de lo fundamental para la convivencia
entre seres humanos debieran estar protegidas por una
suerte de pacto de inviolabilidad. Desde esa perspectiva
hay pocos valores democráticos que puedan considerarse
sagrados. Pero alguno de ellos, como el derecho a la vida, a
la libertad, a la justicia, a la igualdad ante la ley, lo son.

Ya está bien de complejos. Es la hora de recuperar la
ambición de país, de proclamar el patriotismo constitucional
y de reivindicar la idea de la España democrática que tiene
su origen en la Constitución del 78. Y sepa usted,
Presidente, que aunque aún no hayan salido a la calle hay
millones de españoles sin complejos que no van a permitir
que usted ningunee sus derechos. Millones de españoles
que sabemos que sin ley constitucional no hay democracia.