jueves, 2 de marzo de 2017

Expectativas


Las personas se pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que alguien les hizo. ¡Nadie, nunca jamás te ha ofendido! Son tus expectativas de lo que esperabas de esas personas, las que te hieren. Y las expectativas tú las creas con tus pensamientos. No son reales. Son imaginarias.

Si tú esperabas que tus padres te dieran más amor y no te lo dieron, no tienes por qué sentirte ofendido. Son tus expectativas de lo que un padre ideal debió hacer contigo, las que fueron violadas. Y tus ideas son las que te lastiman.

Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal y cual forma y no lo hizo? Tu pareja no te ha hecho nada. Es la diferencia entre las atenciones que esperabas tuviera contigo y las que realmente tuvo, las que te hieren. Nuevamente, eso está en tu imaginación.

El hábito de sentirte ofendido por lo que te hacen otros (en realidad nadie te hace nada) desaparecerá cuando conozcas mejor la fuente de las ofensas.

A lo largo de tu vida, coleccionas experiencias: padres, amigos, parejas, etcétera. Y las almacenan en tu inventario interior. Las experiencias negativas dejan una huella más profunda en nosotros que las positivas. Y cuando una persona es maltratada (por NO haber dicho o hecho lo que se esperaba de ella) por alguien, deja esa experiencia en su inventario. Cuando conoce a otro alguien, tiene miedo. Y trata de ver si la nueva persona repetirá las mismas actitudes que la que le hirieron, o sea que se predispone. ¿Resultado? Se duplican los mismos problemas y las mismas experiencias negativas. Y el inventario negativo sigue creciendo.

En realidad lo que hace es que te estorba. No te deja ser feliz. Y a medida que se avanza en años, se es menos feliz. Es porque el inventario negativo aumenta año con año. ¿Has visto a las personas de edad avanzada y a los matrimonios con muchos años? Su inventario es tan grande, que parece que la negatividad es su vida. Una y otra vez sacan experiencias de su inventario negativo ante cualquier circunstancia.

Ni la naturaleza, ni tus padres, ni tus hermanos, ni tus hijos, tus amigos, o parejas, te pertenecen. Es como el fulgor de las aguas o el aire. No los puedes comprar. No los puedes separar. No son tuyos. Sólo los puedes disfrutar como parte de la naturaleza. El cauce de un río no lo puedes atrapar. Sólo puedes meter las manos, sentir el correr de las aguas entre ellas, y dejarlo seguir. Las personas son un río caudaloso. Cualquier intento de atraparlas te va a lastimar. Ámalas, disfrútalas, y déjalas ir.

Entonces, ¿hace falta perdonar?:

1) Entiende que nadie te ha ofendido.

2) Deja a las personas ser. Deja que guíen su vida como mejor les plazca. Es su responsabilidad. Dales consejos, SÓLO SI TE LO SOLICITAN, pero permite que tomen sus decisiones.

3) Nadie te pertenece. Ama y deja ser.

4) La perfección no existe. Deja de resistirte a que las personas no son como quieres. Acepta a las personas como el pez acepta al mar, y ámalas como son.

5) Llénate con la vida. La vida real es más hermosa y excitante que cualquier idea que tienes del mundo.

Suelta con honestidad todo lo que has ido acumulando y regresa a vivir la vida. 

Ana Charles Abadía
https://detrakamanoli.wordpress.com/2016/12/11/reconocerse/