domingo, 6 de diciembre de 2015

A veces sí, nos agotamos...

Una persona se agota cuando la consideramos un recurso o un espejo. Se agota cuando nos aferramos, cuando compramos su libertad a cambio de amor. Se agota cuando se cansa de cargar con nuestras expectativas, cuando se harta de simular para caber en su rol, cuando ya no puede ser espontánea con nosotros porque está tratando de acomodarse.
Agotamos cuando nuestro amor o nuestro odio es intenso pero mezquino, cuando ese amor o ese odio quiere “todas las perdices”, no se contenta con la única perdiz, la necesaria y la suficiente. Pasa que abusamos de la gente, eso es agotarlos.
Agotamos a una persona cuando la tenemos prisionera de un afecto, cuando especulamos, cuando usamos la lógica del comerciante, cuando llevamos una libreta donde apuntamos todas sus faltas y luego vamos, como infames recaudadores, a cobrárselas.
Agotamos si celamos, pero también si descuidamos al otro. Agotamos a una persona querida cuando nuestro querer está repleto de exigencias, cuando hemos hecho contratos, cuando estamos llenos de promesas incumplidas y cuando la volvemos a atar a una nueva promesa.
Agotamos cuando lo que amamos en el otro es el amor que nos tiene. Una persona se agota si nosotros, como parte de su historia personal, le infringimos cautiverio, la arrinconamos a su pasado, no la dejamos ser por nuestros prejuicios, creemos saber todo de ella y la damos por sentada, despreciamos sus intentos de cambio.
Un guerrero si ama, no agota a su amado. Porque trata siempre de tener ojos nuevos para la relación, porque hace que fluya creativamente, porque hace ofrendas y no exige, ni corrige, ni tolera, ni simula, ni amenaza. Un guerrero cuando ama se da, pero no da lo que no puede, lo que es ilegítimo mantener como propio en una relación de poder: su libertad.
Diego Galo Ulloa - web Mujer Árbol



Amante Martini


lunes, 30 de noviembre de 2015

miércoles, 25 de noviembre de 2015

jueves, 12 de noviembre de 2015

Por esas cosas...


Deja que ocurra la vida

Deja que ocurra la vida,
sin esfuerzos, sin deseos,
no opongas resistencia.

Deja que ocurra la vida,
siente la sintonía con todas las cosas,
esos humanos que dicen ser otros,
esos animales que dicen ser otros,
esa naturaleza que dice ser otra.
En esa alineación está la vida real,
no la ficticia creada por el pensamiento
por los sentimientos y percepciones,
sino la real…
en donde todas las cosas se manifiestan.

Deja que ocurra la vida,
con el entendimiento de que
sólo eres ese conocer
abierto, ilimitado y eterno,
donde todas las experiencias se plasman,
donde cada pensamiento,
cada sentimiento
es una modulación, como la ola en el océano…

Deja fluir el agua
porque no puedes evitarlo.
Deja de luchar, de temer,
de esperar…
Ésa no es la naturaleza.
La naturaleza real
es comprensión,
belleza,
amor,
paz,
que sólo sabrás
al dejar que la vida ocurra…

Silvina Garrido

domingo, 8 de noviembre de 2015