martes, 14 de mayo de 2013

Todavía hay Algo en la Iglesia que recuerda a Jesús...menos mal!

La Contra: Sor Lucía Caram

No puedo estar quieta, es verdad, pero contemplo la historia desde el corazón de Dios.
Mi claustro es el mundo.
Me levanto a las cinco de la mañana y rezo, voy a misa, leo La Vanguardia... Y, a las nueve y media acudo a la Plataforma de los Alimentos y escucho a la gente.
Somos cinco monjitas en mi convento, en Manresa, que empezamos repartiendo bocadillos... y hoy, gracias a 250 voluntarios, ¡damos alimentos a 950 familias necesitadas!
¡Dar no es sólo repartir bolsas de comida, es escuchar!
Hoy ha venido otra persona a punto de ser desahuciada de su piso...
Hemos conseguido en siete meses tres pisos para tres familias. Antes yo pedía sólo a Dios, ¡ahora pido a todo el mundo!


Y la Iglesia debería aceptar el uso anticonceptivo del preservativo: ¡ayuda a la paternidad responsable! Y no imponer el celibato.
¡Yo lo elegí libremente! Y me ayuda a servir a todos. Abrir los brazos es amar, y cerrarlos sobre una sola persona no me basta: los dejo abiertos. Lo aprendí de Pedro Meca.
Un cura que convive con los sintecho de París que me dijo: "La Iglesia es una casa de putas donde he aprendido a hacer el amor".

La Iglesia es diversidad, y amar es servir: si no sirves a otros, no sirves para nada.
Jesús iba a morir y lavó los pies a sus comensales, y partió, repartió y compartió el pan. Pero hoy la Iglesia acumula bienes...
Hay patrimonio artístico que mimar, ¡pero tantos solares y edificios, pisos cerrados y donaciones...! ¡Que vuelvan a la gente!
Hemos dado la mitad del convento para un centro de salud mental y club social. ¡Dios no tiene manos, pero tiene nuestras manos!

Vivimos al día, con lo que nos llega, y damos lo que tenemos, no lo que nos sobra: dando todo ¡recibes bendiciones totales! Creo que si acumulo bienes, algo malo me pasará.
Confío en la Providencia. Un día le dije a sor Neus: "Rece a la Virgen para que nos lleguen cien litros de leche o perderé la fe ¡o la ordeñaré a usted!". ¡Y llegaron!

El sentido del humor es sentido del amor. Seguro que Jesús se reiría en misa.


¿Para qué estamos aquí, sor Lucía?
Para ser felices y hacer felices a los demás.

Pida algo desde aquí.
Si todos los jóvenes que salieron a las calles a recibir al Papa se hicieran voluntarios, ¡solucionaríamos casi todas las necesidades!