Evocar es rendirse o maldecir tu nombre. Si te hablara de un cuerpo, no sería tan rotundo: un paisaje de piel que resume la vida. No pude huir de tu belleza y abarcaron mis ojos tu entera desnudez.
Me supe enajenado en la insistencia y resolví el enigma del placer de crearte sin ya nada importarme de tu vida ni el juicio de los otros.
Rincones indagué con mi codicia, y quiero que lo sepas: he gozado tu abrazo como en la noche aquella que fui tu solución indispensable.