martes, 17 de mayo de 2011
Midnight in Paris
Allen es Allen y siempre lo será. Es un genio y como tal actua, con sus filias y fobias. Pero qué más da. Sus temas recurrentes (crisis de pareja, crisis existenciales, crisis creativas) vienen refrendados por sus metodologías habituales (trazo de cámara sereno, composiciones diáfanas, fotografía de tonalidades claras, banda sonora jazzistica y swinguera), pero en este caso se permite ser un poco más juguetón en lo referente a su historia y en el enfoque hacia los avatares de su protagonista. Su nuevo alter-ego - el eficiente Owen Wilson- encarna una nueva disolución de los límites entre el autor y su obra,.Ese Gil encuentra su inspiración gracias a una especie de giro hacia el realismo mágico en un salto temporal a la quintaesencia del lugar donde nace la inspiración,protagoninzando una colección de insospechados viajes al París de los años 20 a lomos de lo que podría ser el coupé de un Gran Gatsby en pleno tour europeo.
Hay un homenaje a sus propios referentes, a los que hace desfilar sin pudor y en un mismo espacio mítico, este "París años 20" que existió o no exisitó:
Hemingway, Fitzgerald, T.S.Eliot,Picasso, Dalí, Matisse,ColePorter,Buñuel,Jean Cocteau, ............................y hasta Juan Belmonte.
Se trata de dar una visión de la ciudad más cercana a su propia mitología que a la realidad. De convertirla en el lugar ideal que quizá en el fondo no es. Y se trata también de flexionarlo todo en un "juego de dobles juegos" ficción/realidad o alta cultura/cultura popular. Logrando pasar con facilidad de lo "elevado" a lo "asequible" y vuelta, sin grandes discursos, ni ombliguismos, ni reflexiones excesivamente intelectualizadas, Y cómodo en esa posición, se permite incluso ampliar su broma narrativa hasta convertirla en un juego de muñecas rusas que llega a extenderse hasta más allá de lo esperado. Al mismo tiempo la historia pasa de la reflexión amorosa (¿es posible amar a dos mujeres al mismo tiempo?) al amor sin reflexión y sin más motivación que sí mismo. Todo está acariciado por una rara brisa que nos recuerda que a veces, por lo menos en el cine, las cosas son como tienen que ser....
C.E.
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