Querido ser humano:
Entendiste mal. No estás aquí para ser maestro del amor
incondicional. De allá vienes y ahí regresarás.
Estás aquí para aprender el amor personal. El amor
universal. El amor complicado. El amor sudoroso. El amor alocado. El amor roto.
El amor entero. Infundido con la divinidad. Vivido a través de la gracia de los
tropiezos. Demostrado a través de la belleza de… complicarlo a menudo.
No estás aquí para ser perfecto, YA LO ERES. Estás aquí para
ser hermosamente humano. Imperfecto y extraordinario. Para levantarte de nuevo
y recordarlo.
¿Pero amor incondicional? Deja de contarte esa historia. El
verdadero amor, no necesita ningún adjetivo, no necesita ser modificado, no
necesita la condición de la perfección; sólo te pide que te dejes ver y que
hagas lo mejor que puedas. Que estés presente y te sientas completamente pleno,
que brilles , que vueles, que te rías, que llores, que te lastimes y sanes, que
te caigas y te vuelvas a levantar, que juegues, que trabajes y que vivas y
mueras siendo tú.
Eso es más que suficiente.