miércoles, 19 de noviembre de 2008

Guantes en las manos


"El sol entraba por las ventanas abiertas y también el viento que la despeinaba y la volvía a peinar y no hacía ni frío ni calor, ni era pronto ni demasiado tarde, los dos bebían cerveza y la carretera se alargaba como si no fuera a terminarse nunca y parecía de verdad que Dios estaba tocando todos sus grandes éxitos."

Caídos del cielo - Ray Loriga

1 comentario:

aguila que cae dijo...

¡Ah, qué estupendo texto!

Permítanme paladear con ustedes un verdadero bocatto di cardinale.

Pido permiso...y disculpas, si ofendo. Vale.

Me pregunto ¿por qué el sol nunca entra por la puerta? Lo que me agrada es la noticia de que “el viento la despeinaba y la volvía a peinar”, ese sí que es un viento considerado; además, indica muy gráfico cuál era la dirección del viento. Y si parecía que el párrafo empezaba con la frase del sol un tanto gastada, el inesperado movimiento del viento le da una fuerza genial a la descripción.

Y qué decir del ambiente: “No hacía frío ni calor" sino todo lo contrario. "Ni era pronto ni demasiado tarde”, eso se llama puntualidad descriptiva.

“Los dos bebían cerveza y la carretera parecía alargarse”, y no es para menos, pues cuando uno está bajo el influjo de la cerveza, hasta el más corto camino a casa se vuelve interminable y todavía lo remarca “como si no fuera a terminarse nunca”, eso sí que es mucha distancia, o mucha cerveza. Además, la imagen de los dos, de repente se funde en una, la de la carretera.

Lo que resulta un éxito indiscutible es la descripción de lo superlativo que era aquel momento: “parecía de verdad que Dios estaba tocando todos sus grandes éxitos.”

Esto sí es saber escribir con imágenes y buen gusto. Hijo de tigre tenía que ser pinto.

Pero de nada serviría escribir con gusto si no hubiera lectoras con el talento suficiente para apreciarlo, como nuestra anfitriona.

Besos!