lunes, 22 de diciembre de 2008

Localizando...


"...por las noches antiguas y la música lejana"
*
*
*
*
*
*
(rebuscando en una cajita he dado con una vieja libretita de notas en la que, en su día, apunté esa frase...
juraría que la copié de una película pero no recuerdo cual, lo cual tampoco es novedad, conocida es mi
memoria cinematográfica...pero el caso es que me sigue gustando)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Eastwood y Streep,brindan en "los Puentes de Madison" con esa frase.

Saludos.

Estefania dijo...

Sr./Sra. Anónimo...quiere decir???
A mí la peli me encantó cuando la vi pero recuerdo que sólo tomaban cerveza...brindaban? ay, igual sí, eh? así, chinchin con la botellita...

Nada, nada, la volveré a visionar y si se tiene que llorar pues llora una y listos...

Saludos de esos...

aguila que cae dijo...

“rebuscando en una cajita he dado con una vieja libretita de notas en la que, en su día, apunté esa frase... “

Genio del Renacimiento, ha sido considerado Leonardo da Vinci.

Múltiples ensayos y cantidades enormes de tinta se han gastado tratando de explicar en dónde residía la clave de su genialidad. Está por demás decir que las teorías van desde las más disparatadas hasta las más sesudas, cada una de ellas intentando aportar evidencias del origen de su genialidad, pero ninguna de ellas logra acertar en el propósito. Lo cierto es que la clave del genio de Vinci es más sencilla y evidente de lo que uno imagina.

Sin querer descalificar ni polemizar con las teorías que buscan la respuesta en el ADN del artista, o en la formación gnóstica de su educación, o en su afán por la contemplación de la Naturaleza, o en cualquier otro indicio, tengo mi propia teoría. En realidad no es una teoría formal, ni siquiera es mía, simplemente es el consejo que el mismo Leonardo solía repetirle a su aprendiz: “¡Dibuja, Francesco!”

Ese era el consejo más importante que Leonardo daba a su querido aprendiz y lo que trató de enseñarle durante su vida. “¡Dibuja, Francesco!”, le decía con insistencia, pues conocía la importancia de retener la imagen, la idea o el sentimiento que en ese momento percibía o esbozaba.

“¡Dibuja, Francesco!”: anota, describe, atrapa la idea, aprehéndela, para que no se pierda en la inmaterialidad del pensamiento o en la volatilidad del tiempo. ¡Anota, escribe! -era el consejo de Leonardo-, para que puedas trabajar sobre tus ideas las veces que necesites, moldearlas, recrearlas, como quien trabaja con arcilla; sólo así se enriquece el pensamiento y se llega a la maestría.

Eso fue lo que hizo Leonardo toda su vida, anotar en unas pequeñas libretas todas sus ideas, por modestas que fueran, anotaba todo sin ningún orden preconcebido.

Todo lo que se le ocurría lo anotaba, desde recetas de cocina hasta descripciones de anatomía, escultura, música, pintura, ingeniería… ¡todo!. Todo lo escribió Leonardo en esas modestas libretitas que por siglos han pasado desapercibidas ante los ojos del mundo, pero que fueron el origen y la fuente de consulta de toda la genialidad del mayor intelectual del Renacimiento. Las libretitas fueron encontradas por casualidad muchos años después de la muerte de Leonardo y más tarde fueron clasificados sus contenidos ante el asombro del mundo. Así es como nos hemos llegado a enterar de sus múltiples inventos y proyectos, gracias a esas pequeñas libretas. “Dibuja, Francesco.”

Besos!