A punto de despegar del aeropuerto de Rio de Janeiro con destino a París, Anna se acordó de que su marido, con el que acababa de casarse hacía 25 días, no tenía cómo entrar en casa. "Deja la llave debajo del felpudo para cuando llegue Javier", le pidió por sms a su vecina de apartamento en Dubai (Emiratos Arabes Unidos), donde la pareja vivía desde hacía dos años y medio.
Este fue uno de los últimos mensajes enviados por Anna Negra Barrabeig, de 28 años, quien nunca llegó a la capital francesa y cuyos restos están siendo buscados en las profundidades del Atlántico. Casi al mismo tiempo que Anna enviaba este sms, Javier Alvarez Quero, de 38 años, despegaba en otro avión desde São Paulo, en un vuelo directo que había de llevarlo a Dubai. Tras pasar la luna de miel en Brasil, ella regresaba a Barcelona para pasar unos días con su familia, y él volvía a Dubai para reincorporarse a la consultora de la que es socio. Anna no aterrizó en París y en Dubai, Javier tampoco llegó a levantar la alfombrilla en busca de la llave.
La noticia de la desaparición del avión de Air France llegó a Dubai antes que Javier. Hacia las ocho de la tarde del lunes, la pequeña y estrecha comunidad española en este emirato árabe ya empezó a sospechar lo peor. A las once de la noche, cuando Javier aterrizó en el aeropuerto de Dubai, se encontró con dos queridos amigos y con un equipo médico de Emirates, la compañía de Dubai en uno de cuyos aviones Javier salió de Sao Paolo el domingo en vuelto directo de casi 24 horas al otro lado del globo. Los pilotos del avión de Emirates en el que viajaba Javier también sabían ya lo ocurrido, pero no le dijeron nada para que estuviera más arropado.
A las once de la noche, cuando Javier aterrizó en el aeropuerto de Dubai, se encontró con dos queridos amigos y con un equipo médico de Emirates
Así, fueron dos de sus mejores amigos los que le comunicaron la noticia. El equipo médico le suministró un calmante. Uno de los amigos se quedó a dormir con él en el apartamento. Hoy, Javier ya vuela de regreso a Madrid, donde le espera su familia. Según fuentes diplomáticas, Javier continuará viaje después a París. Para este joven economista madrileño, llueve sobre mojado. Antes de conocer a Anna en Dubai, ya había perdido a su novia, quien falleció muy joven de una enfermedad.
Esta mañana, muchos seguían llorando. Con Anna y con Javier habían hecho los planes típicos de los expatriados de Dubai: dormir en el desierto para ver las estrellas, organizar una paella en Jebel Ali o celebrar una fiesta de cumpleaños en una de las "villas", que es la denominación allí de los chalés donde suelen vivir los extranjeros occidentales. Anna y Javier tenían también un barco, como tantos 'expats'(la jerga utilizada allí para referirse a los expatriados). Muchos fines de semana se dedicaban a pasear por las aguas del Golfo Pérsico.
Antes de conocer a Anna en Dubai, ya había perdido a su novia, quien falleció muy joven de una enfermedad
"Decir que eran encantadores suena a lo típico cuando pasa algo así", dice una amiga de Anna desde Dubai, "pero en el caso de esta pareja era totalmente cierto: eran encantadores. Y él estaba tan enamorado de Anna. Ella también, claro, pero es que a él se le caía la baba. No paraba de decir la suerte que tenía de haberse encontrado a Anna y haberse enamorado de nuevo después de lo que había sufrido al perder a su anterior novia".
El Mundo 02/06/09