lunes, 23 de mayo de 2011
miércoles, 18 de mayo de 2011
Cuento desde México (agradecida...)
Cuentan que en la edad media, un hombre fué injustamente acusado
de asesinar a una mujer.
En realidad, el verdadero autor era una persona influyente y por eso
buscaron a un "chivo expiatorio" para encubrir al verdadero culpable.
El hombre fue llevado a juicio, conociendo que tendría poca oportunidad de escapar al veredicto: ¡ LA HORCA !
El Juez, también cómplice, cuidó de que pareciera un juicio justo y
le dijo al acusado:
- "Conociendo tu fama de hombre devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tu escogerás uno de ellos y será la mano de Dios la que decida tu destino"
Por supuesto, el juez corrupto había preparado dos papeles con la misma leyenda: "CULPABLE", y la pobre víctima se dio cuenta que era una trampa. No había escapatoria.
El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados.
¿Qué piensas que hizo?
¿Tú que harías?
¿Intentar huir?
¿Resignarte a ese fatal destino?
No sigas bajando para ver qué hizo él, y piénsalo un momento.
¿Encontraste una solución?
Baja ya y mira qué es lo que hizo aquel hombre inteligente.
El hombre inspiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos
segundos con los ojos cerrados pensando, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, escogió y agarró uno de los papeles y, llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.
Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon airadamente.
- "Pero... ¿qué hizo?... ¿Y ahora?... ¿Cómo vamos a saber el veredicto?"
- "Es muy sencillo" respondió el acusado, "Es cuestión de leer el
papel que queda y sabremos qué decía el que yo escogí"
Con rezongos y disgustos mal disimulados, tuvieron que liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo.
Moraleja:
Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida ni de luchar hasta el último momento.
de asesinar a una mujer.
En realidad, el verdadero autor era una persona influyente y por eso
buscaron a un "chivo expiatorio" para encubrir al verdadero culpable.
El hombre fue llevado a juicio, conociendo que tendría poca oportunidad de escapar al veredicto: ¡ LA HORCA !
El Juez, también cómplice, cuidó de que pareciera un juicio justo y
le dijo al acusado:
- "Conociendo tu fama de hombre devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente. Tu escogerás uno de ellos y será la mano de Dios la que decida tu destino"
Por supuesto, el juez corrupto había preparado dos papeles con la misma leyenda: "CULPABLE", y la pobre víctima se dio cuenta que era una trampa. No había escapatoria.
El Juez conminó al hombre a tomar uno de los papeles doblados.
¿Qué piensas que hizo?
¿Tú que harías?
¿Intentar huir?
¿Resignarte a ese fatal destino?
No sigas bajando para ver qué hizo él, y piénsalo un momento.
¿Encontraste una solución?
Baja ya y mira qué es lo que hizo aquel hombre inteligente.
El hombre inspiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos
segundos con los ojos cerrados pensando, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, escogió y agarró uno de los papeles y, llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.
Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon airadamente.
- "Pero... ¿qué hizo?... ¿Y ahora?... ¿Cómo vamos a saber el veredicto?"
- "Es muy sencillo" respondió el acusado, "Es cuestión de leer el
papel que queda y sabremos qué decía el que yo escogí"
Con rezongos y disgustos mal disimulados, tuvieron que liberar al acusado, y jamás volvieron a molestarlo.
Moraleja:
Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida ni de luchar hasta el último momento.
martes, 17 de mayo de 2011
Midnight in Paris
Allen es Allen y siempre lo será. Es un genio y como tal actua, con sus filias y fobias. Pero qué más da. Sus temas recurrentes (crisis de pareja, crisis existenciales, crisis creativas) vienen refrendados por sus metodologías habituales (trazo de cámara sereno, composiciones diáfanas, fotografía de tonalidades claras, banda sonora jazzistica y swinguera), pero en este caso se permite ser un poco más juguetón en lo referente a su historia y en el enfoque hacia los avatares de su protagonista. Su nuevo alter-ego - el eficiente Owen Wilson- encarna una nueva disolución de los límites entre el autor y su obra,.Ese Gil encuentra su inspiración gracias a una especie de giro hacia el realismo mágico en un salto temporal a la quintaesencia del lugar donde nace la inspiración,protagoninzando una colección de insospechados viajes al París de los años 20 a lomos de lo que podría ser el coupé de un Gran Gatsby en pleno tour europeo.
Hay un homenaje a sus propios referentes, a los que hace desfilar sin pudor y en un mismo espacio mítico, este "París años 20" que existió o no exisitó:
Hemingway, Fitzgerald, T.S.Eliot,Picasso, Dalí, Matisse,ColePorter,Buñuel,Jean Cocteau, ............................y hasta Juan Belmonte.
Se trata de dar una visión de la ciudad más cercana a su propia mitología que a la realidad. De convertirla en el lugar ideal que quizá en el fondo no es. Y se trata también de flexionarlo todo en un "juego de dobles juegos" ficción/realidad o alta cultura/cultura popular. Logrando pasar con facilidad de lo "elevado" a lo "asequible" y vuelta, sin grandes discursos, ni ombliguismos, ni reflexiones excesivamente intelectualizadas, Y cómodo en esa posición, se permite incluso ampliar su broma narrativa hasta convertirla en un juego de muñecas rusas que llega a extenderse hasta más allá de lo esperado. Al mismo tiempo la historia pasa de la reflexión amorosa (¿es posible amar a dos mujeres al mismo tiempo?) al amor sin reflexión y sin más motivación que sí mismo. Todo está acariciado por una rara brisa que nos recuerda que a veces, por lo menos en el cine, las cosas son como tienen que ser....
C.E.
viernes, 6 de mayo de 2011
Conocimiento
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