El dolor no es una equivocación, un error o una señal de que estamos condenados. En realidad puede indicar que nuestro proceso de curación se está acelerando, no que se esté estancando; que estamos más despiertos y sensitivos a él que nunca antes, más profundamente conectados con el aquí y ahora, menos dispuestos a mirar hacia otro lado...
A veces nuestra «normalidad» tiene que romperse y estallar en el caos y en la crisis; es necesario que sintamos el dolor, la tristeza, la frustración, el agotamiento y las dudas más profundamente que nunca antes; nuestro corazón necesita romperse del todo...
Considera la posibilidad de que, dentro de tu sufrimiento, se te haya ofrecido una invitación para soltar y dejar ir, para despertar del sueño de la normalidad, para abrazar la vida con todo su quebranto y toda su maravilla, para enamorarte del lugar que ocupas, para salir de la historia del pasado y del futuro y volver tu atención hacia el momento presente, hacia el lugar en el que te encuentras ahora mismo.
Deja que sople el viento, deja que rujan las tempestades, deja que todo lo que es falso quede purificado, que todo lo que ya está muerto siga muerto, que la vida explote justo donde estás. Tan solo se te está invitando a una sanación más profunda, aunque la experimentes como dolor, aunque sientas tu corazón a flor de piel, aunque por ahora seas aún incapaz de ver algún mañana.
Jeff
Foster
La senda del reposo
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